sexta-feira, 28 de janeiro de 2011

UM QUADRO DE FRANCESCO FURINI




Bebo e escrevo.
Sonolenta vejo os versos loucos
brincando nos cantos de meu cérebro,
no vestido bege de linho,
no travesseiro,
na garrafa de vinho.

Poemas líquidos dançam como vampiros sedentos,
mas ao escrever
escondem-se (os mais ousados)
na cópia Giges e a alcova do rei Candaulo,
um quadro de Francesco Furini,
pintor barroco e louco (louco pintor barroco)
tão louco quanto eu, ou talvez menos...

O quadro de moldura dourada domina a parede pintada de azul,
a alcova com cortinas vermelhas (pintadas por Furini)
serve de esconderijo aos poemas,
mas se ficar bebendo eles pulam das cortinas,
deambulam pelo quarto
e soltam fortes gargalhadas
entre taças de vinho e lembranças.

Isabel Furini


sexta-feira, 7 de janeiro de 2011

LA NOCHE DE PEDRO PÁRAMO


LA NOCHE DE PEDRO PÁRAMO

Silencia el trueno amordazado en el árido desierto,

la noche macilenta
aprisionada por las violentas gárgolas del rencor, arquea.

Noche que alimenta sombras, matriz de espectros
que deambulan por la árida tierra de los muertos.
Noche disfrazada de efigie de proa
naufraga en angustiados alfabetos.

(El abismal relato de Juan Rulfo penetra en los oídos
y en el alma,
mientras falanges descarnadas excavan remembranzas.)

Nada se mueve en lontananza.
Nada se mueve en esa noche sin estrellas.
Noche de niños muertos
enterrados en cajones blancos con arabescos.

Noche deshabitada – sin esperanzas, muerta,
casi un contorno de casas en penumbra,
las puertas aúllan y agrietan lúgubres sombras.

Sucumbe, verticalmente, la noche e impulsa el viento
que arremete contra ese pueblo polvoriento y olvidado,
trancado entre paredes de espectros y de traumas.

Pedro Páramo acecha nuestros pasos
con sus ojos crueles nos transforma en monolitos de piedra
y quedamos como estatuas avasalladas, inertes,
en el árido desierto de Comala.

(De "Laberintos" obra inédita de Isabel Furini).
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